julio SANJURJO
A Coruña, 1958
Como artista de su tiempo, influenciado por el paisaje y el entorno natural de su Galicia natal, le llevará a una representación artística tanto escultórica como pictórica, que combina con gran destreza, pasando de la una a la otra con naturalidad y creatividad.
En sus paisajes, emplea el color de una manera subjetiva, donde las formas de las figuras humanas están simplificadas e investidas de una función puramente decorativa, se perciben mas como formas que como cuerpos. Su pintura, en conjunto, juega un papel decorativo más que descriptivo. El árbol, la costa, el mar, las piedras…. se leen como trazos lineales, que unifican la superficie del cuadro dentro de un plano espacial. Además, revela la capacidad de Julio como colorista; las sutiles combinaciones de rojos, rosas, amarillos, azules y verdes evocan una atmosfera lirica de la escena.
Su aparente libertad de expresión, se manifiesta en el uso de los colores puros, fríos y cálidos, separados por una línea precisa y perfilada del dibujo y la perspectiva, que nos recuerda la pintura de LES FAUVES, como Matisse y Vlamick, que utilizaban el color, sobre todo, como agente expresivo.
Al igual que Cézanne, consigue que sus colores actúen y repercutan unos sobre otros, dando una sensación de profundidad artificial y una atmósfera de lánguida sensualidad. Se crea una mezcla de iconografía romántica y de ensoñación irreal.
Su búsqueda es la expresión, pero no la reflejada por un rostro. El lugar que ocupan las figuras, los arboles, el mar y los objetos en la composición cumplen una misión; es el arte de ordenar los diversos elementos de los que dispone el pintor, para expresar sus sentimientos y sus sueños, como portadores de una realidad concebida y esencial.
Así el lenguaje formal subjetivamente exagerado, junto con una coloración irreal se entiende como flujo de la psique del artista. – Carmen Sánchez Rodríguez